miércoles, 16 de enero de 2013

El efecto pigmalión


Lindos niños con sus padres mediante un ordenador portátil  Foto de archivo - 10129960
Hace un par de semanas en abc.es se publicaba este interesante artículo que hoy comparto con vosotr@s. Habla sobre el efecto pigmalión, que se da tanto de padres hacia hijos, como de profesores sobre alumnos.  Además aborda el tema del trato diferencial que a veces sin darnos cuenta proyectamos sobre nuestros hijos, algo que también se da en el ámbito escolar. Termina con unas pequeñas pautas para potenciar la autoestima de los más pequeños de la casa. Me parece tan interesante, que hoy creo que en lugar de resumen, os dejo con el artículo entero. Puede parecer largo, pero es muy interesante, os animo a llegar hasta el final.


El efecto pigmalión

«Es muy tímido», «es muy malo y desobediente», «no se entera de nada», «es pasivo»... Lo que pensamos, lo que decimos... A veces no somos plenamente conscientes pero juzgamos y etiquetamos a los niños prematuramente, condicionando su comportamiento y produciéndoles unas heridas que, metafóricamente, pueden llegar a estar sangrando durante muchos años si no se reconocen y cicatrizan correctamente.Es el llamado «efecto pigmalión».
 «Demasiadas veces se pronuncian expectactivas o prejuicios durante el proceso comunicativo con los más pequeños sin tener en cuenta que en el futuro pueden originar sentimientos, comportamientos o rendimientos no esperados y/o deseados», apunta Alba García Barrera, profesora de Psicología de la Universidad a Distancia de Madrid (Udima). «En toda relación entablada con niños y adolescentes debe prestarse especial atención a la forma en que expresamos y transmitimos nuestras ideas, especialmente aquellas que afectan a su propia forma de ser, actuar o pensar sobre una determinada cuestión. En estas etapas los jóvenes se encuentran en pleno desarrollo físico, psicológico y afectivo, por lo que son altamente vulnerables a la influencia que puede llegar a ejercerse sobre ellos por medio de la comunicación. Es bastante fácil que, con nuestras palabras, afectemos al autoconcepto y la autoconfianza del niño», explica García Barrera.

«Trato diferencial» entre hermanos

Por otra parte las expectativas, prosigue esta docente, pueden depositarse en base al llamado «efecto halo». «Pongamos un ejemplo. En el entorno familiar sucede a menudo a través de las comparativas directas e indirectas con los hermanos, ya sean mayores o pequeños. Es común escuchar a un padre o a una madre decir a su hijo, cuando se está portando mal, "a ver si aprendes de tu hermano". Incluso muchas veces se tiende a regañar siempre al niño que se suele portar mal, solo por el hecho de que suele hacerlo con frecuencia, cuando en un momento dado ha podido ser al revés. Ningún niño se porta siempre bien, ni ningún niño se porta siempre mal. Y como padres debemos intentar ser justos y congruentes con ello», añade García Barrera.
Porque además, continua esta especialista, muchas veces se tiende a idealizar el comportamiento del hijo que suele comportarse mejor, y se le regaña menos, se le castiga menos y en definitiva, se suele tener más paciencia con él que con el que suele portarse peor. «A esto se le llama "trato diferencial", y afecta directamente al autoconcepto, la autoestima y el rendimiento del niño. De hecho, influye en sus respuestas comportamentales, ya que cuando el niño es consciente de que sus padres esperan que tenga un mal comportamiento, tiende aún más fácilmente a tenerlo», asegura esta profesora de Psicología. 

Ámbito escolar

Y en el ámbito escolar sucede exactamente lo mismo, afirma esta especialista. «El docente suele tender a poner notas más bajas a aquellos estudiantes que suelen rozar el aprobado, y notas más altas a quienes suelen sacar sobresalientes, aunque por determinadas circunstancias no sea así... Y esto influye en el autoconcepto del alumno y lo que se siente capaz de hacer». En este sentido, propone García Barrera, «hay que prestar atención a los comentarios que realizamos en casa sobre las notas que obtienen nuestros hijos, sin encasillarles, ni esperar determinados resultados. Pero ojo, esto no quiere decir que no haya que exigirles, sino que hay que procurar escucharles, entenderles y animarles a sacar todo el potencial que llevan dentro».
En definitiva, debemos tener en cuenta que la capacidad autopercibida tanto del niño como del adolescente se modela en gran medida en función del «feedback» (respuesta) que le proporcionemos. «Lo que digamos acerca de sus capacidades y habilidades va a influir directamente sobre lo que se considere capaz de hacer. Por eso debemos motivarle y elogiar sus capacidades. Si el niño se siente capaz de hacer algo, y además siente interés por conseguirlo, actuará de forma motivada y será probable que alcance sus metas», concluye esta profesora. 

Para potenciar la autoestima:

—Aceptar y respetar al niño.
—Reconocer sus posibilidades y limitaciones.
—Crear un ambiente agradable y de confianza.
—Potenciar la comunicación. ¿Cómo? Mediante la pregunta y la escucha. Nos conviene preguntar para mantener un clima de seguridad y confianza imprescindible llegada la adolescencia. Y escuchar de forma activa, claro: Debemos mostrarle que realmente le estamos escuchando y que nos interesa lo que nos tiene que contar.
—Prestar atención al lenguaje verbal y no verbal.
—Favorecer la iniciativa del niño, estimular la exploración y el descubrimiento.
—Definir con claridad los objetivos y comprometer a los jóvenes su logro.
—Involucrar a los niños en el establecimiento de las normas y animarles a respetarlas.
—Tener expectativas realistas y positivas sobre las posibilidades de los niños.
—Cultivar la empatía, lo que equivale a ponerse en el lugar del niño, aceptarle y comprenderle.
Hacer juicios positivos sobre los niños y evitar los negativos. Debemos tener en cuenta que el elogio, siempre que se produzca a continuación de un determinado comportamiento o conducta, sirve para reforzarla. Cuando realicemos una crítica, por contra, debemos destacar su capacidad y transmitirles que podrán mejorar si realizan un mayor esfuerzo o utilizan una estrategia distinta.
¡¡¡¡Buen miércoles!!!!

3 comentarios:

  1. Me ha parecido interesantísimo... Yo tengo una hija de 8 años y, desde que nos hemos separado, ella tiene la autoestima baja. Estoy trabajando con ella en este tema y espero ayudarla para que mejore la visión de sí misma. Gracias por esta entrada, me ha encantado!
    Un abrazo,
    Trini desde http://yoadoroviajar.blogspot.com

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    1. Trini, cómo me alegra saber que te ha gustado y que además te puede ayudar un poquito. Los niños son un tesoro...¡¡hay que cuidarlo muchísmo!! Yo tengo dos peques, y leer libros o artículos de este tipo siempre me viene bien, a veces aprendes cosas nuevas, otras recuerdas lo ya olvidado y siempre, siempre nos refrescan la memoria, para no olvidar lo que "tenemos en nuestras manos". Un beso y ánimo con tu hija, seguro que lo estás haciendo muy bien.

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  2. Susana, es cierto que leer esto me ha hecho refrescar la memoria...yo cuido mucho su autoestima, quizás porque yo la perdí un momento determinado de mi vida (luego la recuperé), y no me gustaría que ellos pasen por algo similar.

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